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EL CINE ESPAÑOL Y LAS NUEVAS MATERNIDADES

  • Foto del escritor: ÁNGELA BELLÓN REY
    ÁNGELA BELLÓN REY
  • 23 mar
  • 5 Min. de lectura

Quizás, esta temporada pasará a la posteridad gracias a reivindicaciones y discursos como los de Emma Vilarasau. Y es que por primera vez, este año las producciones parecían estar centradas en historias cuya piedra angular eran las mujeres. Y no precisamente mujeres jóvenes.


Texto: Ángela Bellón (@angela_br99)


Emma Vilarasau en Casa en flames
Emma Vilarasau en Casa en flames

Así, la catalana agradecía su premio  en la edición XII de los Premios Días de Cine, por el primer largometraje que se le ofrece en los últimos 20 años aludiendo a la relevancia de haber podido dar con un papel  como el de Montse en Casa en flames (2024): “una mujer de más de 60 años que ni está enferma, ni necesita que la cuiden". Posiblemente, esta lucha contra el edadismo (y especialmente si se trata de una mujer), daría para otro artículo. Hoy, queremos poner el foco en cómo la maternidad parece haber inundado la cartelera española en los últimos tiempos. Sin embargo, tratada desde prismas radicalmente distintos, sin caer en tópicos o historias edulcoradas. Nuestro cine ha conseguido mostrar todas las aristas que implica el traer (o no) un retoño (sea de la forma que sea) a un mundo hostil.


Posiblemente, uno de los ejemplos que más rápido nos venga a la cabeza sea el de La maternal (2022). En este filme Pilar Palomero nos adentra en un embarazo adolescente a través de la historia de una niña rebelde que, paralelamente, mantiene una relación con sus más y sus menos con su madre.  Un relato que habla de la incomunicación, el abandono y la resiliencia de estas nuevas madres que apenas han tenido tiempo para prepararse para este nuevo paradigma que les ha tocado vivir. Todo esto sin caer en juicios o miradas lastimeras.


Fotograma La Maternal
Fotograma La Maternal

De pronto, nos topamos con cintas como Un lugar común (2024) donde una pletórica Eva Llorach nos muestra una brutal historia de invisibilización. A sus 50 años, siendo madre de dos adolescentes y pre-jubilada antes de lo que le correspondía, descubre que al haber puesto a toda su familia por delante, se ha olvidado de tener una vida propia. Ya no es nadie. A lo largo de toda esta cinta, la acompañamos en este viaje buscando su nuevo propósito vital.


Paralelamente, en Girasoles silvestres (2022) vemos a una Anna Castillo encarnando a  una madre de tan solo 22 años (y de familia numerosa) que está aún en el medio de esa vorágine que implica criar a tus hijos y encontrar tu espacio en el mundo, a veces, llegándole a costar la propia salud mental. Así, vemos como Castillo, en (mi humilde opinión) una de sus mejores actuaciones hasta la fecha, va donde tumbos (espacial y emocionalmente) hasta hallar ese metro cuadrado de tranquilidad que tanto cuesta conquistar.


Fotograma Girasoles silvestres
Fotograma Girasoles silvestres

Siguiendo esta línea, En los márgenes (2022) donde nuestra Penélope Cruz deslumbra sin glamour ni artificios. En este film de Juan Diego Botto da vida a una reponedora de supermercado que lucha por mantener un techo para su hijo. Una conmovedora actuación en una película que encarna una realidad demoledora. Y de nuevo, viendo a una madre coraje moviendo cielo y tierra para darle a sus hijos la mejor vida posible.



Fotograma En los márgenes
Fotograma En los márgenes

También, nuestro audiovisual nos ha dejado ver madres que están en constante evolución, aprendiendo a la par que sus hijos. Así, Patricia López Arnaiz lucha contra sus propias ideas y juicios hasta deconstruirse por completo para comprender la historia de su hija en la sobrecogedora 20.000 especies de abejas (2022).


Fotograma de 20.000 especies de abejas
Fotograma de 20.000 especies de abejas

De igual modo, debemos destacar todos aquellos filmes que hacen presente la ausencia de la figura materna. Verano 1993 (2017) nos muestra ese viaje desde los ojos de una niña en su más tierna infancia. Así, vemos como a medida que avanzan los minutos de metraje, la orfandad ya no es algo etéreo. Se hace tangible. Duele. Una historia desde la sensibilidad más absoluta en la que somos testigo de primera mano de cómo Frida debe lidiar con su propio luto a la par que se tiene que hacer a su nueva configuración vital en una familia de acogida.


Fotograma de Verano 1993
Fotograma de Verano 1993


Posiblemente, en la cara B de esto tendríamos un filme como Mamífera (2024). Una película que se desarrolla íntegramente en el momento en que una pareja (no tan) joven se da cuenta de que están esperando un bebé, sin haberlo buscado. A medida que la cinta avanza vemos como van emergiendo sus diferentes opiniones al respecto y cómo eso puede llegar a dinamitar su relación (o no). Seguramente, el mayor punto de la película es subrayar la importancia de una red (de amigas en este caso) a tu alrededor que te apoye en este tipo de toma de decisiones.


Fotograma Mamífera
Fotograma Mamífera

No podíamos dejar pasar este artículo sin mencionar Salve María (2024). Un thriller piscológico y bastante oscuro que aborda la maternidad desde un prisma bastante insólito: los miedos, preocupaciones y obsesiones que acechan a una madre después del parto. Laura Weissmahr encarna a esta madre primeriza y ligeramente trastocada tras obcecarse con la posibilidad de cometer infanticidio. Un relato incómodo a la par que necesario que muestra lo que puede llegar a ser una despresión posparto.


Fotograma Salve María
Fotograma Salve María

E igual que comenzaba el artículo hablando de ella, era imposible no mencionar Casa en flames (2024). Montse tan solo representa a una madre que hace lo que puede por sus hijos. Aunque eso no implicque hacer las cosas bien. O al menos, no del todo bien. Y es que la vida (y las madres) también están llenas de claroscuros. Montse tiene que lidiar con el síndrome del nido vacío, viendo como ese castillo de naipes que había estado construyendo toda una vida (su familia) se ha venido abajo. Y a veces, la soledad nos lleva por caminos que nunca imaginamos que recorreríamos.


Fotograma Casa en Flames
Fotograma Casa en Flames

Ahora, las madres no parecen ser personajes de relleno, sin historia. Hace 26 años de la oda de Almódovar a la suya bajo el título Todo sobre mi madre (1999) y desde entonces el paradigma parece haber cambiado radicalmente. Estamos viendo a madres con ojeras, que no llegan a fin del mes, que no quieren ser madres o que están hartas de serlo. Y a nosotrxs nos encantan poder verlo.


En definitiva, aunque está claro que quedan muchos muros por derruir, se está avanzando en la dirección correcta. E incluso los pasitos de hormiguita son motivo de celebración. Si algo caracteriza nuestro cine, seguramente sean pequeñas grandes historias como estas. Los localismos. El costumbrismo. Y me temo que es imposible hablar de nosotrxs sin hablar de nuestras madres y es que ya lo decía Rigoberta Bandini: “Sin ellas no habría humanidad ni habría belleza”.


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