Aunque no es la primera vez — y seguro que tampoco será la última— que en MAGMA os hablamos de Nico B, una presentación nunca está de más para aquellxs que quizás, no lo conozcáis.
Texto: Ángela Bellón (@angela_br99)
Nico B, residente en la capital madrileña —pero natal de Zaragoza— es un artista versátil y dinámico que, si por algo destaca es por su capacidad de fusionar géneros y técnicas, creando un estilo único y evocador. Con una trayectoria en constante evolución que se inicia en el año pandémico, Nico B ha desarrollado una propuesta visual (y sonora) que explora temas que van desde la identidad a la naturaleza, logrando conectar con aquellxs que se detienen a escucharlo. Y consiguiendo algo quizás, igual de importante: construir su propia imagen. Y es que solo grandes iconos son capaces de construir un imaginario (en caso de Nico, visual y sonoro) en relación a un proyecto. Y más aún si cabe, siendo un artista emergente. Como él mismo nos contaba la clave está en saber “sacar el máximo partido” de elemtos tan sencillos como un croma blanca y es que su mantra se basa en llevar a cabo “ideas muy efectivas que van a funcionar con poco presupuesto”.
Así, la imagen que visualicemos en nuestras cabezas cuando le demos play a cualquiera de sus temas será un Nico B futurista, con gafas de sol y una sonrisa casi burlona. Todo sobrepuesto ante una especie de locus amoenus, un paisaje que parece sacado de una obra de arte que podría estar colgada en cualquier museo. De este modo, el zaragozano presenta una obra de excentricidad atractiva, de naturalismo desafiante y una pizca de desenfado, creando una combinación insólita pero, paradójicamente, armoniosa.
Algo que, de seguro, le viene por su profesión. Y es que aunque estudiara periodismo y se dedicara a ello por un tiempo, orientó su camino hacia el arte y la creatividad. Así, junto a un amigo fundaron Santa Monica Films — una productora audiovisual, especialmente orientada hacia los videoclips. Así, poco a poco, casi sin querer, casi como un juego inocente, y a modo de plus de su actividad laboral se fue adentrando en el mundo de la música, pero al otro lado de la cámara. Ahí se dio cuenta de que su carrera profesional dejaba cabida a su vena artística. “Cuando me puse a cantar me di cuenta de que me gusta mucho cantar, pero lo que me gusta sobre todo es crear obra, porque yo soy como muy friki del ordenador y me gusta mucho como tocar todo el rato el Ableton, estar como básicamente produciendo detrás también de mis propios temas”.
Hoy, cuatro años después de su “Buying dreams”, tenemos su álbum debut “Aerial display” disponible en todas las plataformas. Un proyecto que más que un LP se siente como un viaje astral. Este paseo por el imaginario del maño se inició el 16 de octubre durante la release party del proyecto. Esa noche, en la Sala Boite, Nico B fue piloto (y presentador) del despegue hacia su mundo interior, haciendo uso de la decena de pantallas que decoraban la sala de la Gran Vía madrileña que servían de hilo conductor de las 8 tracks que componen el proyecto. “Ese viaje es porque tenía esa sala para hacer la presentación y dije «vamos a hacer algo que tenga que ver con las pantallas, que está mucho más guapo y vamos a aprovechar el espacio». Y sí que he visto otras presentaciones en esa sala que son de la gente cantando, pero a mí no me apetecía. El directo va a estar muy guapo, pero la realidad es que a mí lo que me apetecía era escuchar mi disco, que para eso lo he hecho y para eso me he esforzado, quiero como disfrutarlo y escucharlo”. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que con su gente más cercana?
Y es que ese un poco es el concepto detrás del álbum. Nico B crea una exploración atmosférica y sensorial que lleva al oyente a un espacio donde convergen sonidos etéreos y ritmos cautivadores. “Lo he ideado desde un primer momento así, no tanto para un directo, que se puede transformar perfectamente, sino para que la gente lo disfrute en cascos, ¿sabes? O lo disfrute en un sistema de sonido, eso me gusta mucho”. Y es que Nico B demuestra una habilidad notable para entrelazar capas de sonido, creando una experiencia inmersiva que parece elevarse y moverse con libertad. Casi como si de una exhibición aérea se tratase — de ahí el nombre del álbum que hace alusión a esas piruetas realizadas por cuerpos como el Ejército del Aire. La producción es nítida y detallada, logrando que cada elemento sonoro—desde sintetizadores envolventes hasta percusiones precisas—contribuya a una narrativa musical cohesionada y profunda. Y, aunque el proyecto nace como algo conceptual, con un hilo conductor, el zaragozano no siente la necesidad de que esa narratividad se traslade a aquel que se pare a escucharlo, sino que más bien actúa como una herramienta de trabajo, una especie de hoja de ruta. Asimismo nos contaba: “lo he hecho con un concepto y lo he hecho con una idea muy clara pero eso lo he hecho yo para que me sirva a mí para hacer el disco, luego que la gente lo perciba como lo sienta”. No obstante, cree que las cosas tratadas con mimo tienen su recompensa: “Yo creo que si tú haces las cosas desde un punto de vista honesto y tú quieres que sea conceptual y lo creas con ese objetivo, la mayoría de la gente va a percibirlo así”.
Y es que estas no son nada más y nada menos que las palabras de alguien que está orgulloso de su proyecto: la respuesta parece dar igual si estás contento con tu trabajo. “Yo cuando me lo pongo digo, esto es una gozada, me encanta mi disco, me flipa, me lo he escuchado un montón de veces, no me avergüenza en absoluto, me encanta”. Y eso parece bastarle. Él mismo nos cuenta que igual está libertad absoluta sea precisamente porque la música no es lo que le da de comer y le da cierta tranquilidad no estar supeditado a que se inflen unos números sino a su propio disfrute.
Y no es para menos. Al igual que con la imagen, a nivel sonoro encontramos un choque entre electrónico y orgánico, de lo propio y lo universal. Así es, que tenemos como obertura del LP un tema que acaba por fusionar una bandurria en un tema medieval para acabar rompiendo en unos beats de escándalo. Y esto es tan solo uno ejemplo, avanzar tema a tema se siente caer en una espiral de texturas (sonoras) que acaba por abrazarnos con su voz casi nebulosa. Seguramente, este LP sea una respuesta natural a toda la música que ha mamado y le ha curtido hasta ser “la persona y artista” que es a día de hoy. Por eso mismo, a lo largo de estas 8 canciones encontramos decenas de referencias que hacen más que notorio su dominio y maestría para dar con la clave para poder hilar tantas capas. Por otra parte, “Camerino”, que pese a que su voz distorsionada acaba por despistarnos, parte de una base de folclore latinoamericano. Otros temas, como “Galgo”, se configuran entorno a un hip hop mucho más estandarizado — sin dejar atrás su toque vanguardista. Y esto es lo que lo hace un proyecto redondo.
Además, está pensado también para llevarlo a la práctica. El maño ya tiene un concepto para sus próximos conciertos. Ahora bien, ¿qué esperarse de “Aerial display” en directo? En boca del propio artista: “un show que tenga que ver con los visuales” y contará con sorpresas en forma de algún que otro tema inédito. Además, no le da miedo enfrentarse a un público sin banda en el escenario puesto que siente que la música ha evolucionado mucho en los últimos años gracias a artistas como Tyler The Creator que “dan mucho peso a lo visual”. El primero de estos bolos tendrá lugar el próximo 6 de diciembre en la emblemática Sala Siroco (Madrid).
Indudablemente, estamos ante uno de las artistas más inquietos de su escena. Y se nota. Seguramente, “Aerial display” sea la primera pisada de un largo y provechoso camino. Porque no nos cabe duda que Nico B y su vanguardia han llegado para quedarse.
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