La película más notoria de 2024 sin lugar a dudas. Diseccionamos el film que arrasó en los Globos de Oro y que próximamente llegará a los Óscar. ¿Una apuesta valiente o un desastre maquillado de progreso?
Texto: Armando Arrojo
Si pensabas que Joker: Folie à Deux era el peor musical del año, lo siento por ti.
Siempre que me pongo a rajar de una película me veo obligado a decir algo que se debería sobreentender y que me resulta tremendamente obvio, pero como los nervios siempre están a flor de piel cuando hablas negativamente de algo popular, voy a hacerlo de nuevo:
Emilia Pérez no es solo el trabajo de Jacques Audiard, su director y guionista; sino de cientos, incluso miles de personas cuyo esfuerzo no debe ser desmerecido simplemente porque el resultado final no sea del agrado de alguien. Dicho esto;
No hay por donde coger esta película. Decidí ir a verla porque fue muy galardonada en Cannes y tenía pinta de que iba a formar parte de la temporada de premios. Así que arrastré a mis amigos al cine y nos sentamos, expectantes. En defensa de Emilia Pérez, la película muestra sus colores desde el minuto uno. Es un experimento fallido que se identifica muy rápidamente. Pero para entender la magnitud de esta hecatombe es necesario añadir contexto:
Emilia Pérez es una película francesa, escrita y dirigida por un director francés, rodada en Francia, compuesta por artistas franceses, y cuyo reparto principal es completamente estadounidense a excepción de una actriz mexicana que ha trabajado principalmente en España. Hasta aquí todo fenomenal, el problema viene cuando la película entera se ambienta en México, pero no simplemente a nivel de localización, sino que (entre otras muchísimas cosas) trata sobre México, sobre su cultura, sus problemas etc… y decides no contar con prácticamente nadie que conozca estos temas, aunque sea mínimamente. No hablo ni siquiera de gente nativa, porque no creo que tengas que ser de X sitio para poder hablar de X sitio, pero por lo menos haz un poco de investigación. Candyman (1992) es una buenísima película de terror que trata sobre fantasmas y espíritus vengativos afro-americanos que atormentan a los barrios bajos de Chicago, la película profundiza en la cultura negra y la xenofobia colectiva en EEUU, y la dirige un hombre blanco londinense. No hay excusas.
No hay un sólo momento en Emilia Pérez que se sienta genuino. Ni uno. Desde la amalgama de acentos vergonzosos que todo el reparto emplea, hasta la representación más superficial de México que podrás ver en el cine. Es como si te preguntan qué es México y respondes: tacos, color naranja y narcotráfico. Pero ojalá el tema se quedase ahí. Esta película, de alguna manera, se atreve a adentrarse en el mundo de la transexualidad de manera completamente desnortada.

Fotograma de "Emilia Perez"
(Page 114 et Why Not Productions, France 2 Cinéma, Pathé Films, Saint Laurent Productions)
Audiard tiene la valentía de intentar vendernos la idea de que “Manitas”, un narcotraficante responsable de la muerte de cientos de miles de personas, transiciona a mujer y se convierte en “Emilia Pérez”, empática y comprometida con acabar con el narcotráfico y con todas las maldades que ella misma creó en su país. Esta visión tan simplista y reduccionista de la realidad trans, se la puedes colar a cuatro académicos en Los Angeles y a Pedro Almodóvar, pero a pocos más. Es ahí cuando entiendes que la recepción positiva que ha tenido esta película se base al 99% en festivales de cine no hispano-hablantes. No cuesta imaginar a cuatro hombres de 62 años discutiendo si premiar “la película esa sobre la puta y el ruso” o en su lugar galardonar un film que trata sobre México, aquel lugar que Trump no para de mencionar y que además cuenta con una protagonista trans, ¡que les suena que es un tema muy de ahora!
Qué barbaridad de película. No he entrado aún en el hecho de que es un musical, porque llegados a este punto creo que es uno de sus menores problemas. Aunque también es verdad que no pude entender una sola frase de Selena Gómez, ni cuando canta ni cuando actúa. Por lo menos Audiard se da prisa en establecer que su personaje no es de orígen mexicano. Me gustaría poder profundizar más en el aspecto musical, pero es que las canciones me resultaron tan irrelevantes e inmemorables que según salí del cine se borraron de mi cabeza. Recuerdo vagamente el famoso momento musical de la clínica de cambio de sexo, pero lo recuerdo por lo disonante que era y la vergüenza ajena que me causó, no por otra cosa.

Fotograma de "Emilia Perez"
(Page 114 et Why Not Productions, France 2 Cinéma, Pathé Films, Saint Laurent Productions)
Zoe Saldaña es quizás lo único medianamente defendible de esta película, hace lo que puede con este guión incalificable, pero no puedo entender como Karla Sofía Gascón puede estar en consideración a cualquier tipo de premio. No me parece mala actriz, ni mucho menos; pero su personaje es tan plano y unidimensional que no consigue destacar por absolutamente nada. Me habría hecho ilusión ver a una actriz madrileña representando una comunidad que rara vez llega a los galardones más altos; pero no de esta manera. Selena Gómez, que ha demostrado con creces sus dotes actorales en la serie Only Murders in the Building, no tiene cabida en Emilia Pérez. Su personaje tenuemente martirizado sólo desentona dentro de una ya desentonada película.
Se está vendiendo Emilia Pérez como una especie de estandarte del progreso cuando realmente significa un notable retroceso: la experiencia trans queda reducida a un juego de blancos y negros mientras que la representación de México tiene de mexicano lo mismo que Taco Bell. No dudo de la buena intención de Jacques Audiard, pero nadie le ha obligado a meterse en semejante berenjenal completamente a ciegas.
Os recomiendo leer la pieza de Paul B. Preciado de El País si queréis reflexiones sobre la película de alguien que sabe muchísimo más que yo de todos estos temas.
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