¿Quiénes son las supermodelos de ahora? Ya no basta con una cara bonita o una caminata impecable; hoy deben representar algo más que la ropa que llevan. En una industria que capitaliza la imagen y las tendencias, la figura de la supermodelo ha evolucionado para reflejar nuevas narrativas y conectar con el público. ¿Estamos ante una nueva era de la moda o simplemente ante una reinvención del mismo ideal bajo una apariencia más inclusiva?
Texto: Luna Doval (@lunnadoval)
Las supermodelos de los 90: Un nuevo paradigma en la moda.
Los 90 fueron la época dorada de las supermodelos, un fenómeno que transformó la moda y la cultura pop. Naomi Campbell, Linda Evangelista y Claudia Schiffer eran más "caras bonitas": eran iconos globales, tan famosos como estrellas de cine. Desde la portada de British Vogue, que las unió como un grupo de élite, hasta su participación en el icónico videoclip “Freedom!” de George Michael, estas mujeres redefinieron lo que significaba ser una modelo. Eran exclusivas, aspiracionales y casi inalcanzables.
Y entonces, llegó Kate Moss.

De izq a dcha (Naomi Campbell, Linda Evangelista, Tatjana Patitz, Christy Turlington y Cindy Crawford) Imagen para portada de British Vogue de enero de 1990. Peter Lindbergh
Con apenas 1,70 metros y un aire adolescente, Moss rompió los estándares. En 1993, su campaña para Obsession de Calvin Klein, dirigida por Mario Sorrenti, capturó una belleza cruda y despojada que encarnaba el espíritu del heroin chic: minimalismo grunge, fragilidad y autenticidad. Como dijo Tom Ford, “Kate Moss cambió nuestra forma de ver la belleza”.
Su irrupción marcó el final del glamour atlético de los 80 y el inicio de una era que glorificaba la delgadez extrema. Su figura, aunque revolucionaria, desató polémica. Frases como “Nothing tastes as good as skinny feels”, atribuidas a ella, se convirtieron en el emblema de un estándar tan aspiracional como tóxico. Estudios de la época evidenciaron el impacto de estas imágenes, relacionándolas con un aumento de los trastornos alimenticios entre las mujeres adolescentes de aquel entonces.

Un cambio social: ¿Qué ha pasado con las supermodelos?
Hoy en día, el concepto “supermodel” ha sufrido una transformación radical, y este cambio no es casual. Un estudio semiótico clave nos ayuda a entender por qué. Según el sociólogo Michael Foucault, la sociedad ha experimentado una transfiguración en las formas de poder y control, especialmente en la manera en que las imágenes dominan la cultura pop. La moda, al igual que cualquier otro campo visual, está llena de significados, y en el contexto actual, estos han dado un giro de 360 grados al más puro estilo Charlie XCX.
El auge de las redes sociales es uno de los principales motivos detrás de esta revolución. Con plataformas como Instagram o TikTok, la industria de la moda ha experimentado una democratización visual sin precedentes. Si antes la supermodelo era un icono casi inalcanzable, ahora la influencia se ha disuelto en una pluralidad de figuras que no necesitan ser modelos estrictamente profesionales para ser relevantes.
El modelo de belleza dominante, uno que se basaba en cuerpos extremadamente delgados y rostros perfectamente simétricos, ha sido desafiado. Este nuevo paradigma, apoyado en el trabajo de autores como Guy Debord, quien en La sociedad del espectáculo (1967) hablaba de cómo la imagen reemplaza a la realidad, ha permitido que, en cierto modo, el cuerpo y la belleza se liberen de estereotipos. Ahora, las audiencias buscan algo más que un cuerpo perfecto; quieren autenticidad, identidad y conexión real.
¿Quiénes son los rostros que están revolucionando la industria?
El impacto de este cambio se refleja en los referentes contemporáneos. Lxs supermodelos actuales son un crisol de personalidades, estilos y realidades. Ahora lxs modelos son influencers, activistas, artistas y creadorxs de contenido. Ahora no solo sabemos qué hay en el bolso de Kendall Jenner, cuál es la rutina de skincare de Lila Moss o cuáles son los indispensables de Liu Wen, sino que también conocemos su posición sobre temas políticos relevantes, difunden mensajes revolucionarios e intentan generar impacto más allá de su imagen. Como este ejemplo, relativamente reciente e icónico de Bella Hadid manifestando los derechos de Palestina (su país de origen) mediante su imagen en redes.

Los premios MOTY la han reconocido como la mejor modelo del año, un claro ejemplo de resiliencia además de ser una figura pública que también ha dado visibilidad a la importancia de la salud mental, destacando la relevancia que tiene que una supermodelo promueva el “pedir ayuda” teniendo en cuenta la infinidad de fans de la pequeña de las hermanas Hadid.
Al mismo nivel se encuentran figuras como Imaan Hammam, Adut Akech, Emily Ratajkowski, y Vittoria Ceretti, todas ellas rompedoras en términos de visibilidad y de lo que significa ser un referente en la moda actual.
Imaan Hammam (Instagram: @imaanhammam) / Adut Akech (Instagram: @adutakech) / Vittoria Ceretti (Instagram: @vittoria)
¿Qué las hace tan diferentes a las supermodelos de los 90? Es sencillo: nos enseñan más que un cuerpo, más que una cara y mucho más que una caminata de 20 metros de media.
Cada una de ellas posee una personalidad única y una narrativa que trasciende el glamour clásico e irreal que por suerte empieza a “pasarse de moda”. Nos muestran vidas reales, desafiando los cánones impuestos por los códigos opresores de la industria actual, y desfilan para una faceta de la moda que mira hacia el futuro, rompiendo con esa tradicionalidad que aún persigue a la industria en muchas ocasiones.
Hailey Baldwin y Alex Cosani son otro excelente ejemplo de cómo la figura de la supermodelo ya no se limita a la perfección física, sino que se construye sobre una conexión real con el público. Lo que tenemos ahora no es solo una silueta que desfiló por las pasarelas de Victoria’s Secret (aquellas que hicieron tanto daño); son mujeres y hombres que representan una variedad de identidades, estilos de vida y valores que reflejan la pluralidad del mundo contemporáneo.
A pesar de otros discursos rompedores como los de Imaan Hammam, Adut Akech, Emily Ratajkowski y Vittoria Ceretti, quienes también están redefiniendo lo que significa ser una supermodelo, hay algo que sigue uniendo a todas las ya nombradas: la prevalencia de cuerpos normativos tan característicos de la industria de la moda.
Aunque hayan comenzado a visibilizarse cuerpos más reales, el ideal de belleza sigue estando profundamente enraizado en la cultura de la pasarela, que todavía tiende a valorar figuras delgadas y andróginas, similares a los estándares de los 90.
Modelos como Paloma Elsesser y Ashley Graham, han sido figuras clave en los movimientos body positive, han demostrado que sí es posible desafiar este paradigma, llevando sus cuerpos a la pasarela y desafiando los ideales inalcanzables promovidos por la industria. A pesar de los avances, el cambio sigue siendo limitado, especialmente en las marcas de mayor bagaje, donde el concepto de belleza sigue estando ligado al "esplendor" de los cuerpos delgados y andróginos que evocan una juventud casi infantil.
Ashley Graham (Instagram: @ashleygraham) / Paloma Elsesser (Instagram: @palomija)
Esta persistencia de la normatividad refleja la crítica de Naomi Wolf en The Beauty Myth (1990), donde señala que los ideales de belleza inalcanzables funcionan como herramientas de control social, concentrando la atención de las mujeres en sus cuerpos y desviándola de otros ámbitos de poder. Este fenómeno se relaciona directamente con cómo la industria está completamente dominada por un sistema patriarcal, siendo tan triste como irónico, ya que solo en España las mujeres representan más del 75% de la ocupación laboral en el sector de la moda (Modaes)
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Movimientos como body positive y body neutrality han surgido como respuestas a la opresión estética, pero el sistema de moda sigue explotando estas inseguridades, a menudo con fines comerciales y sin un cambio estructural profundo. Las iniciativas que parecen sugerir inclusión a menudo quedan atrapadas en el marketing superficial, lo que deja el cambio real limitado a lo simbólico.
Este cambio no solo se refleja en las pasarelas, sino también en la cultura de las marcas, que han comenzado a priorizar la identidad de los modelos por encima de la prenda, alejándose de la tradicionalidad de la industria, reduciendo a los modelos a “perchas andantes". Marcas como Savage X Fenty y SKIMS han revolucionado esta faceta de la moda, apostando por la diversidad de cuerpos, géneros y edades en sus campañas de comunicación, promoviendo un discurso inclusivo sin sacrificar en estética ni sensualidad. Iniciativas como la campaña “Real Beauty” de Dove o el enfoque de Chromat en la moda swimwear también han contribuido a desafiar los cánones establecidos.

Sin embargo, a pesar de estos avances, muchas firmas consolidadas siguen aferradas a una diversidad superficial, manteniendo los estándares clásicos bajo una aparente inclusión.
Hoy en día, la moda no solo tiene un tipo de supermodelo, sino que el significado de la palabra ha evolucionado y poco a poco se asocia a una persona real. Ya no son solo símbolos de belleza inalcanzable, sino figuras que, en cada vez más ocasiones, trascienden la industria de la moda para convertirse en iconos de autenticidad y lucha . Eso es lo que hace que, aunque el fenómeno de la supermodelo haya cambiado, su relevancia sigue siendo indiscutible. Y aunque, nuestras generaciones no tengan a cinco mujeres reconocibles en cada rincón del mundo, si tenemos a cientos de rostros de mujeres y hombres que utilizan su influencia mediática para luchar por causas que deciden nuestro futuro día a día.
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