En este segundo volumen encontramos la continuación de ese viaje hacia lo más profundo del cantante, nos muestra su forma de sentir el amor y su visión sobre la vida en algunos aspectos.Este álbum coge forma a través de 53 minutos y 24 canciones, de las cuales 8 ya las habíamos escuchado antes.
Texto: Noelia Fernández (@_nnoe_)
El pasado 14 de noviembre vio la luz el nuevo álbum de Sen Senra: PO2054AZ (Vol. II). Este disco es el segundo volumen que el artista saca bajo este nombre, el cual es la matrícula del antiguo coche de su padre. Con el volumen I comenzó una trilogía, un viaje hacia lo externo y lo interno, con sentimientos de nostalgia y sacando todo lo que tiene en el pecho. En este segundo volumen encontramos la continuación de ese viaje hacia lo más profundo del cantante, nos muestra su forma de sentir el amor y su visión sobre la vida en algunos aspectos.
Este álbum coge forma a través de 53 minutos y 24 canciones, de las cuales 8 ya las habíamos escuchado antes. Una curiosidad que puede pasar bastante desapercibida, pero que a la vez llama mucho la atención, la encontramos en la portada. Esta es igual a la que ya vimos en el volumen I, pero ahora él ya no aparece en la imagen. El sentido que tiene esto para mí es que con este disco no solo se abre en canal, sino que nos va a hablar de su contexto, de lo que le rodea, de lo que queda cuando él no está.
El disco comienza con un mensaje de audio de una mujer preocupada por Christian, quien está lejos, física y emocionalmente, de su casa. Ha salido en busca de nuevas experiencias y emociones, está en busca de su nuevo yo. Este sentimiento desemboca en la primera canción del disco, New Me, con la que nos deja claro que está en una nueva etapa, que sabe lo que quiere y está lleno de ambición. Esto es algo de lo que habla en varias ocasiones a lo largo del disco, en canciones como Mis Amigos Opinan Lo Mismo, YE YE o Monolito. Estas letras giran en torno al sentimiento de “me he trabajado mi carrera y he llegado donde estoy por lo que soy”. Rechaza algunas consecuencias de su música, como pueden ser el dinero o el estilo de vida, sin ningún tipo de reparo, afirmándose en que lo que triunfa es su música, es él como persona y no como personaje.
Seguramente haya algo de personaje en Sen Senra como cantante, pero es difícil creerlo cuando nos habla desde sus adentros. Acompañado únicamente por un piano nos cuenta, a través de Un Cielo Azul, que a veces él también se pierde en el mundo de la fama sin darse cuenta, y aquellos a los que aprecia no reconocen su mirada. Pero dejando de lado su sonido más tranquilo, y hablando de la vida en el sentido más reflexivo de la palabra, nos invita a vivirla, a Romper La Curiosidad, a ir con todo, a disfrutar, a experimentar, a “llegar sonriendo al Ataúd”. A lo largo de todo el disco lo que nos queda claro es que tiene sentimientos muy intensos dentro, ya sea por vivir la vida o por quien la vive con él.
Obviamente no podía faltar unas buenas baladas románticas, y es que las tiene para todo tipo de oyentes. Si tu gusto se acerca más al pop prueba con Entrelazados, Hermosa Casualidad, Enterrar La Mala Suerte, Incondicional o Recorrerte. Si eres más de sonidos urbanos, acercándote al trap o reggaetón, lo más parecido que puedes escuchar es Permiso, Llorando x1 o Meu Amore. Esta última define muy bien el estilo del cantante, ya que mezcla sonidos orgánicos como la guitarra con sonidos más electrónicos, dejando una mención especial a las voces. Estas hacen el papel de coros y de acompañamiento, agrandando la masa sonora de la canción sin la necesidad de más instrumentos.
Acercándonos al álbum desde una perspectiva más técnica vamos a comentar la estructura. Estas 24 canciones están articuladas mediante 4 mensajes de voz y un interludio. En los mensajes de voz podemos escuchar a la Abuela Lala hablando con su nieto desde la preocupación, sabe que está lejos y le recuerda que allí les gusta su música, también que si necesita cualquier cosa ella le ayudará. Los mensajes 2 y 4 están en gallego, que sumado a que la que habla es su abuela, nos transporta directamente a una tierra muy especial para el cantante. Christian ha honrado siempre sus raíces, y con este homenaje a los mensajes de su abuela nos recuerda, una vez más, que es gallego de corazón. Además, en el interludio habla de una calle que antes estaba llena de silvas, y que gracias a un neno que despejó aquello ahora se puede pasar, si esto no representa Galicia no sé qué lo hará.
De lo que no hay duda es que la segunda parte de este viaje no tiene nada que envidiarle a la primera. Un álbum con el que llorar por amor o prepararte emocionada para salir, que promete una puesta en escena especial y que deja las puertas abiertas para esa tercera parte que falta.
De momento vamos a darnos el gusto de disfrutar de este disco, que apenas tiene una semana, ya esperar pacientemente a que el cantante anuncie algún concierto para poder acompañarle en esta aventura.
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