Qué divertido sería perderse en un castillo medieval escuchando historias de amor y desamor actuales con referencias a Rosalía, algo de ASMR y miles de voces súper autotuneadas. Sé que parece mentira, pero es posible, y es gracias al nuevo disco de Azuleja: “C.R.I.N.G.E”.
Texto: Adrián Cotillas (@adrian_cotillas)

"Qué gracia" es lo primero que escuchamos si le damos play a este disco. Es gracioso (valga la redundancia) cómo el concepto de "la gracia" es de esas cosas que o pillas o no pillas; que la amas o la odias. En un disco cuya música y estética están cargadas de ironía, te arriesgas a que esa “gracia” tan subjetiva de la que hablamos pueda no ser captada del todo, pero Azuleja ha jugado sus cartas a la perfección (incluso haciendo pass a Amancio y smash a Elon).
Ya decía Rosalía allá por febrero de 2022 en La Pija y La Quinqui que hay que abrazar el cringe, ese anglicismo que nuestra RAE define como "vergüena ajena", "grima" o "dentera". Pues bien, eso es exactamente lo que ha hecho Azuleja en este proyecto. Pero si te quedas y escuchas con atención, descubres que detrás de toda esta aparente bobada hay todo un espectáculo musical con una armonía bastante distinta a lo que estamos acostumbrados a oír, unas letras que resuenan por dentro y, sobre todo, un concepto cohesivo a lo largo de de las 14 canciones.
Para introducir esa vergüenza tan temida por muchxs de nosotrxs, primero necesitamos alguien a quien otrogársela, un/a confidente ante el que soltarnos; y así lo hace la princesa Azuleja. Primero nos presentan al receptor de su historia (su amiga Ana) que por suerte tiene un B2 y entiende a la perfección el inglés; así que la comprensión esta asegurada.
Una vez tenemos emisor y receptor, necesitamos un mensaje, y es el que inicia la canción homónima al disco, “C.R.I.N.G.E”. De repente, dos hombres ricos de Detroit y de Misisipi comienzan a bailar y a gritar alrededor de tu cabeza hasta el punto en el que empiezas a oírlos y te vuelves loca; tan loca que ya no sabes ni quién te quiere, ni quién te hará llorar, ni siquiera quién te follarás (literalmente "Will I ever fuck anyone? Will it make me cum?").
También hay cabida en "C.R.I.N.G.E" para el sufrimiento más intenso, como podemos ver en “Caníbal”. Este track es un urgente grito necesitado de compasión que puede recordarte a Rocío Jurado, a Rosalía o al mismísimo Bruce Springsteen, según el segundo en el que lo pilles.
El amor (que es toda una contradicción, como nos cuenta nuestra narradora en esta historia), la admiración (a veces previa al amor, según “Stepson”) y la atracción suele tener un destino fatal...Al final unx se pone cachondx, y sin ninguna vergüenza Azuleja nos lo cuenta, evidentemente, en “Cachonda”. Lo interesante es que esta canción no solo es graciosa, es dramática, es romántica, es enamoradiza y, lo más importante de todo, nos lleva a esas preguntas que todos nos hacemos en esas situaciones ¿Qué haces con esa sensación inevitable? ¿A dónde se va ese calor que sientes?
Por supuesto, ¿cómo va alguien a hablar de desamor sin todo lo que este deja después de su duelo? Recuerdos perdidos, ansiedad y sensaciones de lo más tétricas que parecen seguir la serie de Fibonacci… o, mejor dicho, la de “PIVONACCI”.
Poco a poco avanzamos en esta historia casi medieval y, sin darnos cuenta, llegamos al final sin saber muy bien qué ha sido de esa princesa. Parece haberlo perdido todo, su nariz, su boca, su cuello, pero jamás su deseo; su deseo de tenerlo todo de ese hombre al que ama y de que no se acabe nunca esta vergüenza ajena.
Azuleja no podía irse de este escenario sin despedirse y agradecer a todo su equipo el trabajo realizado en este disco, así que los últimos treinta segundos son una mezcla de shout outs y delirios ideales para concluir esta obra tan particular. Entre todo esos nombres cabe destacar el de Roy Borland, quizás uno de los perfiles más interesantes en la escena actual y que sin duda han sido clave para que este disco suene como suena.
Qué decir, Azuleja… Qué cringe de disco...Sigue exactamente así.
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