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LOVE YI: UN FINAL Y UN COMIENZO

  • Foto del escritor: Adrián Cotillas
    Adrián Cotillas
  • 18 feb
  • 5 Min. de lectura

Después de "Fortuna" y "Espíritu" parecía que no habría más, pero Love Yi solo necesitaba tiempo. "Lovestar" es su regreso, y lo hace desde el aprendizaje y el final de una etapa; pero dejemos que nos lo cuente él de primera mano.


Texto: Adrián Cotillas (@adrian_cotillas)


Bueno, empecemos con lo primero de todo, ¿cómo estás? Lovestar ya está fuera, así que imagino que habrá sido algo así como un parto para ti. ¿Qué se siente estos días?

Estoy bien. Ha tenido mucho que ver que terminase el disco para terminar de encontrarme bien. Tenía esa cosita de que he estado un año y medio sin llegar a estar presente y todo esto ha sido un viaje. Empecé el disco estando mal y, poco a poco, he ido reconstruyéndome. Ahora que ya ha salido, me encuentro mucho mejor, muy contento.


Quería preguntarte sobre la sensación que tienes por haber estado currando tanto tiempo en algo y que ya no sea tuyo, que ya no esté en tus manos. ¿Te produce algún tipo de sensación de vacío o algo similar?

Creo que es algo a lo que me he acostumbrado. Le dedico mucho tiempo y pensamiento a las cosas. Luego, las cosas salen y ya está, y no son para tanto. Quizás esa canción a la que le has dedicado tanto tiempo no llega a tanta gente, o viceversa. Cuando está dentro de mí, yo trato mi música con el mayor cariño del mundo. Una vez que está fuera, ya me da igual, ya no es mía y ya he hecho mi trabajo.


Lo entiendo. El proceso como tal del disco, ¿cuándo comienza?

El disco comienza en enero del año pasado. Yo tenía muy claro que tenía que hacer un disco, pero estuve esperando el momento personal y emocional para poder comprometerme con un proyecto así. Ha sido un proceso de hacer las canciones en base a lo que quería traer y recuperar algunas grabaciones más antiguas.


Se dice que este disco, en cierta manera, cierra la trilogía iniciada con los anteriores. ¿Qué relación crees que se establece entre estos proyectos? ¿Y en qué se diferencian?

El punto de conexión creo que es el lugar desde donde están escritos. Fortuna es la sensación de un chaval que consigue dedicarse a lo que quiere, haciendo música desde su casa. Espíritu es el ya estar en la movida, en Madrid… Y Lovestar es ya el final, el decir que ya me he cansado de todo esto. La canción “Maldita Ciudad” justo habla de eso: venirme a Madrid era mi sueño y, después de tres años viviendo en el centro de esta ciudad, ya no quiero ni verla.


Ya que hablamos de Madrid, el epicentro y un ojo de esta industria en España, ¿cómo gestionas tú todas esas complicaciones que enfrenta tu música por temas de negocio, promoción, redes sociales y demás?

Tratando de entenderlo. Entra en juego el saber si haces las cosas por tu bien, por si te representan… Hay que encontrar un punto intermedio entre lo que te gusta y lo que le gusta a la gente. He vivido sensaciones de odiarlo porque yo solo quiero hacer canciones, pero la industria y todo este sistema no es que te exija, sino que te ofrece opciones como grabarte y demás a cambio de exposición. De vez en cuando está guay, a veces me mola, pero hay que aprender a mediar.


De todo este mundo lleno de gente con diversos intereses, ¿qué es lo mejor y lo peor que te has llevado?

Lo peor es el interés y la desconfianza. Es heavy porque entras aquí con toda la inocencia del mundo y te das cuenta de que es como la vida. Cuando eres pequeño piensas que de mayor lo vas a tener todo y luego llegas y ves todo el sacrificio que hay, y te da un choque de realidad. Con este mundo me ha pasado lo mismo. Ves una manera de tratar que no es pura del todo, intereses por todos lados… Por otro lado, lo mejor es que también hay gente muy buena. Todo esto me ha dado cosas que yo no habría tenido de otra manera, y es gracias a eso, a la pasión que tengo por la música.


En tu caso, el proyecto ha ido creciendo con los años y de una manera muy progresiva, por lo que imagino que también habrán crecido las oportunidades, los "lujos"... ¿Qué te mantiene a ti con los pies en la tierra a pesar de todo esto?

Sobre todo, mi gente más cercana, mi familia, mis amigos, mi barrio. Esa vida es la mía. En Madrid me separé mucho de lo que era la realidad por nuevas experiencias. Volver a Alcalá y ver a mis amigos, hablar con ellos… Soy muy afortunado, y eso me hace tener los pies en la tierra y motivarme a crear mucho más por lo agradecido que estoy con la vida.


Tú, que ya tienes algo de trayectoria pero que a la vez sigues estando en el pleno de toda la escena, ¿qué crees que caracteriza al urbano nacional que viene ahora?

Yo creo que ya se ha entendido por fin que no es tan individual la movida. Los chavales nuevos se abren mucho y estamos más conectados, y es normal. Ya hay estudios en todos lados, nos preguntamos, nos contamos… Me gusta. Por fin todo esto es estable.

Creo que hace tres o cuatro años podía tener sentido eso, pero ya no se lo veo. Esto es un trabajo y yo no puedo escribirle a un artista para hacer un tema por mero interés. Hay que currarse esto, y hay espacios, sitios, eventos y todo lo que tú quieras para conocer gente. En Madrid sobran fiestas, de hecho. Lo único que pienso es que deberíamos hacer más dinero todos, pero por lo demás, creo que solo es cuestión de aprender a moverse.


Volviendo al tema del disco, quería preguntarte por el uso de instrumentos de manera más evidente. Me han contado que ha habido grabaciones bastante interesantes y que quizás ese estilo más in the box se ha quedado por momentos de lado. ¿Qué te ha impulsado a hacerlo así en este proyecto?

No ha sido algo intencionado, pero empecé viniendo a los estudios y fui conociendo a músicos que andaban por aquí (Fer, Dani, Gabriel…) y me daba curiosidad cómo podría llegar un poco más en la música con ellos. Cuando era rapero, me ponía autotune y ahora quiero autotune con una batería acústica. Ha sido un viaje y una experiencia muy bonita y, sobre todo, un aprendizaje para mí. Nunca había trabajado de esta manera y me ha abierto mucho los ojos. Ha sido todo natural y orgánico, y la gente se ha ido uniendo al trabajo.



Ahora que ya has acabado el proyecto y que puedes verlo con algo de perspectiva, ¿cuál dirías que es la lección más importante que te ha enseñado este disco?

La lección ha sido creer. Hubiese sido muy fácil dejarlo, pero la movida ha sido que estamos aquí. Escucho el disco, lo veo y yo sé que está bien. Se lo enseño a la peña y le mola. Esto no es una cima, pero para mí se ha abierto un nuevo camino.


En todo esto, yo me he dado cuenta de que aquí llega el que aguanta. En mi grupo de amigos, desde los quince años todos rapeábamos. Probablemente yo no era el que mejor rapeaba, pero sí era el que no se cansaba y el que le daba y le daba. La única diferencia no es el talento ni otra cosa, sino las ganas y la constancia. No ha cambiado nada desde entonces, sigo trabajando y me esfuerzo porque no me importa lo que nadie diga. Soy muy consciente del tiempo que le dedico a mi proyecto, y es lo que me hace amarlo.


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