El futuro está a la vuelta de la esquina, o eso suele decirse. El cine, como todas las disciplinas, se transforma y se expande en función de la sociedad y de los cambios que ésta experimente. Parece que al cine español le esperan muchos de estos cambios, y por lo que vemos, están más cerca de lo que esperamos.
Texto: Laura Ecveheverria (@lauetxh)
El 2024 ha sido (sí, todos estamos ya hartos de esta frase) un gran año para la ficción española: las series han tomado un rumbo de autor y drama que hasta el momento no se esperaba, y el cine es cada vez más joven, más femenino y más para todo el mundo y no para sólo unos cuantos. Un buen pasado predice un buen futuro, y es que parece que el rumbo que está tomando la industria en nuestro país es uno de los más brillantes hasta la fecha.
Hace unos días, Fotogramas publicaba El Relevo, un artículo que cada año nos presenta las caras nuevas que han entrado en el sector. Entre estas caras, destacan nombres como el de Alba Planas, protagonista de “La Virgen Roja” y cuya carrera empezó años atrás con la serie de ficción “Skam”, que ha sido responsable de otros grandes talentos como Nicole Wallace y Fernando Lindez, o el de Cristalino, que tras años de carrera artística se ha hecho un hueco tras su papel en “Segundo Premio” la película de Isaki Lacuesta que fue propuesta para los Oscar.
Sin embargo, más allá de esa lista de nombres, nosotros hemos querido reflexionar sobre aquello que los nuevos talentos traen consigo. El trabajo del actor es difícil, y sólo unos pocos tienen la suerte de poder dedicarse en cuerpo y alma a aquello que aman. De igual manera sucede con los guionistas y los directores, que no siempre se encuentran con una puerta abierta a sus ideas.
Es esperanzador ver cómo, cada vez más, las puertas se abren y dejan entrar el talento, por muy nuevo o desconocido que sea. Creo que esta será, o debería de ser, una de las bases que rija el 2025 en el cine: atreverse a abrir puertas y atreverse a cruzarlas.
Un caso que no paro de mencionar (en revistas y círculos cercanos) es el de Celia Giraldo, autora y directora de “Un lugar común”.

Yo, que soy una persona que vive en contra de la improvisación, decidí en el último momento ir al cine. De repente, me encontré con mi amiga en los Cines Renoir, mirando la cartelera y sin saber qué entradas comprar. Esta era la única película que nos venía bien por horario. Ninguna de las dos teníamos ni idea de quién era Celia o de qué iba su largometraje, pero compramos las entradas y nos sentamos a ver qué nos ofrecía. Las dos salimos maravilladas; no sólo porque la película es brillante, sino porque no había que ser muy listo para darse cuenta de que no habíamos visto una superproducción pero que, aún así, había sido de las mejores experiencias cinematográficas que habíamos tenido en el año. Investigué sobre Celia, y descubrí que era su ópera prima. Desde entonces no paro de recomendarla, y espero profundamente poder seguir la carrera de esta joven de 30 años.
“Un lugar común” me inspiró. Me animó, diría yo, a confiar en el talento, y no sólo en el ajeno, sino en el mío propio. “No todas las grandes películas tienen que llevar detrás una plataforma de streaming o un presupuesto de infarto”, pensé. Aún se puede hacer magia con poco.
Otro gran ejemplo es el de Luis Muñoz Cubillo, alias: Soto. Nacido en el año 2000, con apenas 24 años, Soto tiene una filmografía de envidiar. Ha dirigido tres largometrajes que no contaban con un gran presupuesto o una gran exposición mediática, pero que han conseguido hacerse un hueco en las salas de cine y en diversos festivales. Su cine se caracteriza por la representación de los ambientes rurales que él conoce y con los que se ha criado. Los representa con gusto, elegancia y estilo porque sí, por mucho que queramos a Carla Simón, no sólo ella ha sabido hacer arte alrededor de lo cotidiano. Uno de sus últimos trabajos, “Los Restos del Pasar”, retrata la Semana Santa de Baena, Córdoba, lugar de origen del autor, y ha sido seleccionado en festivales de la talla del Festival Internacional de Cine de Gijón. Cuenta la leyenda que en su preestreno en salas en Madrid, un Paso de Semana Santa condujo al público al interior del cine. Todo el mundo que lo presenció, habló de ello aquella semana.

Soto es una gran representación de cómo la ambición, sin necesidad de ser desmedida como la de Tangana, puede posicionarte en el camino correcto. Debemos estar atentos a este artista que parece que dará que hablar próximamente.
Existen además espacios que anualmente nos descubren nuevos talentos del cine español, como son el Festival de Cine Independiente Márgenes, en Madrid, o Seminci, en Valladolid. De este primero hemos podido descubrir talentos como los de Sara Toledo y Paula Mira en el nuevo largometraje de Adrián Orr, “A nuestros amigos”. Adrián ya se había estrenado en el sector con su primer largometraje, “Niñato”, pero esta vez ha venido con una apuesta quizá más arriesgada, y es que Adrián ha trabajado mano a mano con Sara durante los últimos cinco años para construir una realidad ficticia en la que comprendamos el paso del tiempo y cómo éste cambia a las personas. Junto con Paula, Sara y Adrián han conseguido contar una historia que pone en valor la juventud, la amistad, y las inquietudes, y que se llevó la Mención del Jurado en su categoría.

En Seminci conocimos el Trabajo de Fin de Grado de Mariona Martínez, “Luna de sal”, una recién graduada de la ESCAC que consiguió llevarse la Espiga de Plata en el festival, y redescubrimos a Elena Manrique, que con su largometraje “Fin de fiesta” ha reivindicado que a pesar de tener 50 años, no es tarde para decidir orientar su carrera hacia otros caminos.
En conclusión, vaticino un 2025 lleno de sorpresas, de nuevos talentos, y de una evolución en el sector. Un sector que nunca para de crecer, de aprender y de alimentarse de sí mismo.
Abramos las puertas al 2025 y que el 2025 nos las abra a nosotros.
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