Echamos la vista atrás y recordamos a uno de los mejores artistas multidisciplinares de todos los tiempos. Repasamos su influencia, su legado y algunos recuerdos de esta persona tan singular en un mundo de copias.
Texto: Armando Arrojo (@arma_homesick)
Hoy hace una semana desde que David Lynch nos dejó. Sus complicaciones de salud durante los últimos años apuntaban a este inevitable acontecimiento, pero aún así nos pilló a todos por sorpresa. Hollywood ardía, en forma de justicia poética quizás, y acabando así con la vida del icónico director al tener que ser desalojado de su casa en su frágil condición. Fue realmente sorprendente ver la cantidad de cariño y homenajes que ha recibido durante estos días, por parte de prácticamente todo el mundo. No recuerdo un luto a esta escala por un artista desde David Bowie, hace prácticamente diez años.

Llevaba años de inactividad profesional, no de manera voluntaria sino forzado por una industria que cancelaba sus proyectos. “Problemas de financiación”, decían. Eso sí, no tenían ningún inconveniente en untar de dinero los proyectos más avergonzantes, banales e irrelevantes que habréis visto en la página principal de Netflix durante los últimos cinco años.
Pero aún así artistas de todas las índoles y de todas las partes del mundo han mostrado su respeto por el legendario director norteamericano. Multitud de homenajes, fotografías, textos, recuerdos e historias reflejan que su influencia va mucho más allá de la gran pantalla; Lynch trascendió hace tiempo su estatus de “director de cine”. Era una persona auténtica, completamente alejada de la parafernalia hollywoodiense a pesar de ser sinónimo del mismo. La contradicción perfecta.
Le está cayendo la del atún a Carlos Boyero por su artículo sobre Lynch, donde expresa su rechazo por casi toda su obra. Cientos de usuarios de X no han tardado en mostrar su asco por el infame crítico de cine, pero qué queréis que os diga. A mí me parece bien que Boyero sea Boyero, siempre me lo ha parecido. Es precisamente su autenticidad lo que me atrae de él, aunque casi siempre esté en las antípodas de sus opiniones sobre cine. Más autenticidad en las artes y menos humo, por favor.
Minutos después del fallecimiento de Lynch, mis amigos y yo decidimos juntarnos y volvimos a ver su primera película, Eraserhead (1977) y quedamos asombrados al darnos cuenta de lo muchísimo que se parece (en tantísimas cosas) a su último trabajo; Twin Peaks: The Return (2017). Cuesta creer que una diferencia de 40 años sea tan invisible, pero tampoco debería sorprenderme; al final y al cabo estamos hablando de un artista fiel a sí mismo.

Donde otros aclamados directores se aferraban al celuloide para reivindicar su purismo, Lynch abrazaba el digital. Donde otros directores organizaban carísimas campañas para promover actores al Oscar, Lynch se sentaba con una vaca y un cartel en medio de Los Angeles. Donde otros directores invierten cientos de miles de dólares en maquinaria y postproducción sofisticada, Lynch agarraba la cámara con las manos y la agitaba caóticamente. Lo que su obra necesitase, por encima de todo. Estaba tan comprometido con su arte que se ha llevado el significado del mismo a la tumba, porque como él mismo decía: “Me interesan las preguntas, no las respuestas”.
Si alguien duda de la influencia que ha tenido, basta con recordar que “Lynchiano” ya se usa de manera corriente dentro del arte para referirse a algo onírico, extraño, surrealista... ¿Cuántas películas de los últimos años incluyen referencias al cine de Lynch? Podría ponerme a enumerarlas pero no acabaría nunca; Under The Silver Lake (2018) no sólamente comparte muchos elementos de Mulholland Drive (2001) sino que incluye un miembro de su reparto de forma claramente referencial. Este mismo año pasado tuvimos I Saw The TV Glow (2024), una película que directamente no existiría si no fuera por Twin Peaks y la lista sigue y sigue y sigue...
Aquellos afortunados en tratar con él personal o profesionalmente, coinciden en que sus vidas se enriquecieron enormemente gracias a él. Y lo mismo podemos decir todos los que hemos disfrutado de su cine, su música, sus vídeos, sus libros y su arte. Se le puede recordar de muchas maneras, como el mayor innovador de cine americano de todos los tiempos, como el hombre que junto a Mark Frost revolucionó la televisión para siempre o como el hombre del tiempo con mejor pelo del mundo mundial, pero lo importante es que nunca dejará de estar presente.

Uno de mis recuerdos favoritos de Lynch es la imagen que tenéis aquí encima; donde se le puede ver junto a Robert Altman en el momento en que ambos, sonrientes, pierden el Oscar a mejor director, que fue para Ron Howard por Una Mente Maravillosa (2001). “Es mejor así, David” le susurraba Altman al oído.
Recordémoslo nosotros, Hollywood le había olvidado hace mucho tiempo.
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